martes, 12 de julio de 2011

Arte Contemporáneo: Valor Económico y Sociocultural. ¿Enfrentados o de la mano?


Solo es necesario situarse en el siglo XX en la historia del arte para saber que en esta época surgió un movimiento que se identificó por ser influenciado por las vanguardias, y reafirmo una crítica social y cultural en el momento de su nacimiento. Un movimiento catalogado por su predominio en las masas y las creaciones de percepciones propias de lo que se consideraba arte. Un movimiento cuyo valor real entró en discusión ya fuese por la forma de difusión de los mismos o por como era recibido por los espectadores, una tendencia denominada arte contemporáneo.
El arte es lo que para Anaximandro La Physis; ya que éste definía al principio de vida, como lo indefinido, de esta manera el arte puede ser definido como “indefinido”. El arte carece de un concepto universal propiamente dicho, esto debido a que a lo largo de la historia, varios filósofos, pensadores y artistas han planteado sentencias  muy diversas e individuales para tratar de definir el arte; pero, como dijo el historiador Gombrich E. “Tratar de definir el arte es una pérdida de tiempo”.
 
Esta posición la tomó también el esteta americano M. Weitz (The Role of Theory in Aesthetics, 1957). Quién afirmó “Es imposible establecer cualquier tipo de criterios del arte que sean necesarios y suficientes; por lo tanto, cualquier teoría del arte es una imposibilidad lógica, y no simplemente algo que sea difícil obtener en la práctica.”  
Sin embargo Tatarkiewicz W, en su libro “Historia de seis ideas” se contrapone a esto. Él, fundamentado en la sentencia “La Línea que une la expresión contemporánea más reciente con las que le precedieron es continua pero no recta” realiza un estudio desde los primeros conceptos de la palabra, mostrando de esta manera, los cambios que ha tenido el concepto de arte y la importancia de poseer una definición del mismo; presentando una definición alternativa, que vendría siendo algo así:

“El arte es una actividad humana consciente capaz de reproducir cosas, construir formas, o expresar una experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción, o expresión puede deleitar, emocionar o producir un choque”. Pág. 67.


Esa actividad humana, capaz de reproducir cosas, construir formas y expresar experiencias, también ha cambiado, pasando así por diferentes etapas, autores, técnicas, llegando de esta manera a lo que se conoce hoy en día como arte contemporáneo.

El arte contemporáneo surge de una búsqueda de  la originalidad, de una conciencia revolucionaria, para plantearle al espectador una nueva actitud ante la obra de arte. El nacimiento de este se sitúa al comienzo del siglo XX, cuando se dio inicio a las diferentes vanguardias artísticas, las cuales, entre otras cosas, confrontaban los movimientos artísticos anteriores y buscaban innovación en la producción artística.

Francesco Poli en su libro Producción artística y mercado, alega:

“En la  cultura contemporánea el arte  cumple una función específica cuyo peso social está determinado, de un modo considerable, por unos factores que no sólo son de orden estético o cultural en un sentido estricto”. Pág. 28.
Es decir, cualquier objeto artístico contemporáneo se valora entonces por su capacidad de conmoción e innovación, sobre su novedad y diferenciación, en efecto una buena obra de arte es la que añade un valor en la evolución de la historia de arte.

Esto conlleva al rol que ejercen estas obras en la sociedad, pues, es esta quien la valora y la sitúa en los diferentes niveles de aceptación y comercialización.
Una obra de arte se completa con el contacto con el espectador, con el dialogo con el público; amerita de ser explorada por otros ojos distintos al del artista, el crítico y el galerista, de lo contrario, corre el riesgo de  no ser nada, de permanecer anónima.
De esta manera, Francesco Poli determina que la obra de arte puede ser contemplada en dos perspectivas, los microambientes en los cuales la difusión es más limitada ya que a pesar de estar abiertos a una gran cantidad de espectadores, los mismos deben tener una disposición cultural previa, alcanzando un goce estético mayor porque se está en presencia del soporte material; y los macroambientes en los cuales el objeto artístico tiene una transmisión mayor, porque la disposición de este es más viable, pero que a su vez pierde en un punto los valores trasmitidos originalmente ya que por ser medios de difusión masiva se anula el contacto directo con la obra. Por otra parte, aunque cumplen principalmente una función de mercadeo, los macroambientes se enfocan también en lo que Poli denominó “el proceso de integración social de los valores artísticos”.
En cuanto al valor económico la obra de arte puede ser intercambiada en  un mercado por un precio. El valor económico aparece con la posibilidad de intercambio que una obra con valor artístico genera, por parte de los participes en el mercado, en sus posiciones oferentes y demandantes para que ese mercado funcione hacen falta dos elementos: la producción de la obra de arte y la difusión de la existencia de la misma. Ambos elementos son necesarios para la fijación de precios.
Para los objetos de arte contemporáneo la valoración artística viene dada por la valoración institucional y la evaluación del mercado de la apreciación que el experto haya realizado, como lo menciona Noriega en arte ¿y eso que es?  Donde sostiene lo siguiente:
“Primero que una obra de arte es un artefacto y segundo, que dicho artefacto pose un conjunto de cualidades que le confería una persona con determinado estatus para hacerlo”. Pág. 87


           Con esto el autor pretende que desde siempre el grupo de personas que gozan de un status y que asumen un papel en el mundo del arte (críticos, galeristas, coleccionistas, entre otros) son los que en nombre de una institución deciden que es y qué no una obra de arte.

           Es importante destacar que el contexto de creación, producción y el valor económico y socio cultural que adquiere la obra del pintor venezolano Armando Reverón del cual se ha tenido una gran trascendencia a lo largo de los años, y su obras han sido valorizadas considerablemente, muestra de ello es la venta de su obra “Paisaje” 1930 en la subasta de arte latinoamericano, en New York donde rompe el record al ser subastada por $456.000 por un comprador anónimo, otros de sus record fue la venta de un trabajo de papel por $312.000 es imprescindible notar que Reverón fue un artista que en vida tuvo problemas económicos y problemas depresivos desde muy temprana edad teniendo siempre motivación y apoyo por artistas como Alfredo Boulton quien organizo una exposición en el Ateneo de caracas en 1924, donde su obra mejor pagada tuvo un valor de 200Bs. Es importante mencionar que 10 años después lleva esta misma muestra a la Galería Katia Granoff, Paris donde son valoradas en 30.000 Bolívares. Es notorio que hay un gran contraste del valor económico.                                                                                                                                                      
            La obra de Reverón se despoja de todos las apariencias y materiales, para alcanzar la totalización de la obra, comienza con la iluminación marcando su personalidad en las pinturas, que para su época fue romper con los convencionalismos  los cánones y los patrones existentes, es allí donde se establece la importancia y el aporte de la obra de este artista.
Al detallar estos aspectos, es notorio que las obras de arte contemporáneo logran mucho más que solo llenar espacios de importante museos y galerías, la obra de arte contemporánea reafirma el quiebre de la verdad y la construcción de la ideología postmoderna, las obras se cargan de sentido, la importancia de la obra no radica en la materialidad de la misma sino en el concepto que manejan, es un hecho que tiene repercusiones a nivel socio cultural y económico, y seguirá teniéndolos.

Por: Franco Canela Ismari, Linares Jonnathan, Salazar Maria G.  Becerra Andrea, Albarran Daniela


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